Desde mi infancia he podido sentarme por horas a ver como el mar desahogaba su furia en la arena y el silbido del viento haciendo eco de sus quejas. De niño y adolescente me pasaba horas en el muelle viendo como sus olas abatían las bases de la vieja armazón y como se colaba entre las vigas la espuma de las olas que rugían bajo sus vigas.
La calma despues de la tormenta.
Es temporada de tormentas en esta costa. Cerca de La Ceiba desembocan muchos ríos y al llover en la montaña el agua arrastra hasta el mar todo tipo de vegetación; troncos y árboles a veces desde la raíz y a veces, trozos grandes de madera como resultado de la deforestación.
Al pasar por las zonas pobladas los ríos arrastran basura y todo tipo de objetos. Todo esto sale al mar y después de ser sometido al enojo de las olas es arrojado por la marea a la orilla.
Los troncos, basura y objetos quedan colocados a su suerte de manera que caminar por la playa después de las tormentas es como caminar por una extraña galería llena de formas que deleitan sorprenden y cuentan historias de todo tipo.
La suerte de la marea suele colocar en todo tipo de posición a lo arrojado en la orilla. Entretiene la vista la contraposición de ciertos objetos con otros; Materia orgánica entre objetos plásticos o metálicos. Cabezas, brazos y piernas de muñecos nunca faltan por ejemplo, resultando en imágenes tétricas entre la arena y las ramas.
Ollas viejas, zapatos y objetos personales difíciles de ver sin pensar en quienes fueron sus dueños o lo que los llevo a ese fin.
Sin duda, lo mas espectacular es la cantidad de troncos y árboles que puestos en la orilla resultan en formidables y misteriosas esculturas de gran originalidad en color y expresión. El agua a veces exagera el color de la variedad de maderas y ello sumado a las formas de las raíces y ramas dejan perplejo al que las ve con ojo estético.
Me puedo pasar horas entretenido, caminando por esa galería que deja la tormenta en la orilla. Hipnotizado por sus formas, objetos e historias de otras gentes.
Sin duda, lo mas espectacular es la cantidad de troncos y árboles que puestos en la orilla resultan en formidables y misteriosas esculturas de gran originalidad en color y expresión. El agua a veces exagera el color de la variedad de maderas y ello sumado a las formas de las raíces y ramas dejan perplejo al que las ve con ojo estético.
Me puedo pasar horas entretenido, caminando por esa galería que deja la tormenta en la orilla. Hipnotizado por sus formas, objetos e historias de otras gentes.
Flores que encontré cortadas delicadamente para un florero en la arena despues de la tormenta.
La foto de la cabeza de la muñeca es muy triste y evocadora.
ResponderEliminares terrible esa foto. Duelen mucho las flores en la arena...también.
ResponderEliminarhola, tu tomaste la foto de la cabeza de la muñeca? http://valnouveau.blogspot.com/
ResponderEliminarCaminamos por la vida casi siempre sin detenernos, sin darnos cuenta de las maravillas que nos rodean que son bellas por su simpleza y naturaleza y cuando lo hacemos resulta en una inyeccion de oxigeno para seguir nuestro camino, a veces arduo, a veces suave como esa espuma de mar...Gracias Guillermo por esas notas que inspiran y esas imagenes que por si solas narran su historia.
ResponderEliminarGuillermo! Gracias por compartir tus fotos. Nunca he estado en La Ceiba. Tendre que ir pronto...extrano mucho a mi Honduras. Espero estes bien. Que paso, vienes a Los Angeles?
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